Fui, soy.

¿Qué pasó conmigo?
Mi piel se resquebraja,
mi sangre se revuelve en mis entrañas,
mi mente me grita todo lo que no soy,
lo que quise ser, lo que ya no fui.
En mis manos veo la erosión de los años,
no vividos, no pasados,
sino sufridos.

Mi alma tiene nostalgia de días color añil,
de noches serenas y estrelladas,
donde el único sonido era tu voz.
Ahora sólo aúllan los lobos,
bañados en la falsa luz del plenilunio,
y se sonríe, descarada,
una hiena.

Melancolía de mi canto,
de mi risa pueril
(no la amarga de hoy,
de una limpia, sin hiel),
porque me dejé un tiempo,
mucho,
y no me encuentro.

En el árbol donde plugo la alegría,
hoy descansa la angustia.
-Era inevitable-
dice el árboreo ermitaño,
agitando sus raíces para desprender los carámbanos-
-La vida está plagada de hienas.-

(He aprendido del mal modo muchas cosas)
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