Una cosa que quede clara entre nosotros: yo te amo.
Te amo con una locura desesperada y una desesperanza absoluta, como se ama lo que se sabe fugaz, efímero y precario. Como se ama lo que está pronto a morir.
Del mismo modo, no te necesito. En este momento pareciera que sí, y cuando sonríes se me ilumina la vida, pero eso es un detalle, pues cuando ya no se tiene ni a uno mismo, todo lo demás es insignificante, tú te irás, como se ha ido todo lo demás.
Esto lo escribo sólo con el objetivo de dejarte en claro que no te seguiré al fin del mundo, que si te decides a olvidarme, yo me decido a olvidarte, pero si me dices que te quedarás, yo me quedo contigo.
La decisión es totalmente tuya, mon chéri, así que elige sabiamente.

-

Ah, la remembranza de ese tiempo en que me bastaba tu risa para calmarme y respirar. Me enlazaba a tu cuello, nos abrazábamos y pasábamos así tardes, días enteros. No hablábamos, no hacía falta, el latido de tu corazón era suficiente. Eras la única persona que me hacía sentir que no importaba la mierda de afuera mientras estuvieses aquí, lo único que realmente importaba era tu pecho en mi pecho y mi boca en tu cuello, tus brazos en mi espalda.
Ahora que todo es más intenso, ahora que me muerdes la boca y yo suspiro en tu oído, ya no es lo mismo. No haces ninguna diferencia en mi vida, si estás o no estás es indiferente para mí. Cuando me abrazas sólo siento un vacío, una pensamiento fugaz de que debería estar sintiendo algo diferente y más profundo que lo que siento. No siento nada. 
Esto, lógicamente, no es en sí mismo algo malo. Es lo que yo quería, logré mi puto objetivo: no me importas. Lo terrible es que ahora que no tengo nada dentro de mí, que mi mente es un hervidero de pensamientos contradictorios que mueren a cada instante, ahora que estoy desesperada, no te tengo. La calma que me dabas antes, ya no me la das. Eres sólo otro pedazo insignificante de toda esta mierda. 

Diría que te extraño, pero la verdad es que me extraño a mí misma.


Pieles



Hoy, al apoyar la frente en mis rodillas, encontré tu olor en mi pecho, como si estuvieses anclado a mis entrañas, mezclado con mi piel.
Es extraño.

Vacío

Anoche lloré horas, hasta que la masa de mis entrañas desapareció, y dio paso a la nada.
Ya no tengo miedo, porque no tengo nada que perder. 


(Por un lado es bueno no tener miedo, a pesar de que la soledad del vacío mismo acabará por matarme)

Nudos

Es curiosa esta parte de la/las vida/vidas. Estoy, ciertamente, pesarosa y taciturna, y al mismo tiempo tengo un regocijo contenido en mis entrañas. Me siento un poco bien y un poco infame, un poco aquí y un poco allá. Como si desde mis ojos mirasen dos, tres, mil personas diferentes, todas iguales y horriblemente diferentes a la vez.
La mejor manera que encuentro para explicarlo es que tengo una multitud de personas vociferando dentro de mi pecho. No oigo a ninguna en particular, no puedo, sólo oigo el lacónico estruendo de las voces golpeadas y airosas. No son yo, y al mismo tiempo sí lo son, todas igual de reales y rotas, todas siendo yo al mismo tiempo. 

No sé quién soy yo.

Soy yo y mi lunar bajo el pecho izquierdo, yo y mi pelo desgarbado, yo y mi piel pálida. Pero más allá de eso, ¿quién soy yo? 

Soy todo y soy nada. Soy toda esa gente que siento gemir desde lo hondo de mis entrañas, sin ser ninguna en particular. Yo no existo propiamente tal, tal vez nunca fui, tal vez me perdí, tal vez morí. No sé cómo más explicar esto.

(Gracioso es que me corren las lágrimas y no sé por qué, casi como si hubiese muerto algo o alguien se hubiese ido).



contador de visitas
relojes websrelojes gratis para blog