Muerte

La tierra a veces grita, pero poca gente la escucha. Grita mientras la muerte la horada con sus zapatos de charol, sangra y se retuerce en rito oscuro la sal de los muertos inquietos.

Palabras calladas entre los escalofríos de una mañana que no amanecía, rodeada por la cal de los huesos de gente anterior.

(No quiero que entren, no quiero que entren)
(Ya entraron, están en todas partes)

En el temblor de mi boca y mis entrañas, pude identificar eso tan conocido. Creo que la muerte me respiró en la espalda.
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