Entre las pocas estrellas se enreda la cabellera de la noche, mientras una mano de dedos largos le acaricia el torso y le borra una fría lágrima del astral rostro con ígnea sonrisa. ¿Es el cielo que se agita en esa melodía lánguida, o es piélago alborotado de pájaros escamados? Amanece.