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La mejor manera que encuentro para explicarlo es que tengo una multitud de personas vociferando dentro de mi pecho. No oigo a ninguna en particular, no puedo, sólo oigo el lacónico estruendo de las voces golpeadas y airosas. No son yo, y al mismo tiempo sí lo son, todas igual de reales y rotas, todas siendo yo al mismo tiempo.
No sé quién soy yo.
Soy yo y mi lunar bajo el pecho izquierdo, yo y mi pelo desgarbado, yo y mi piel pálida. Pero más allá de eso, ¿quién soy yo?

(Gracioso es que me corren las lágrimas y no sé por qué, casi como si hubiese muerto algo o alguien se hubiese ido).