
Ahora que todo es más intenso, ahora que me muerdes la boca y yo suspiro en tu oído, ya no es lo mismo. No haces ninguna diferencia en mi vida, si estás o no estás es indiferente para mí. Cuando me abrazas sólo siento un vacío, una pensamiento fugaz de que debería estar sintiendo algo diferente y más profundo que lo que siento. No siento nada.
Esto, lógicamente, no es en sí mismo algo malo. Es lo que yo quería, logré mi puto objetivo: no me importas. Lo terrible es que ahora que no tengo nada dentro de mí, que mi mente es un hervidero de pensamientos contradictorios que mueren a cada instante, ahora que estoy desesperada, no te tengo. La calma que me dabas antes, ya no me la das. Eres sólo otro pedazo insignificante de toda esta mierda.
Diría que te extraño, pero la verdad es que me extraño a mí misma.