Al amanecer desde mi cama, vago sonido de remolinos vaciándose en la nada
¿Drenaje de la noche? ¿Es, acaso, líquida la noche?
Como agua oscura llenando la cara azul del cielo,
olas etéreas llenas de hialinos peces atormentados
como vos, como yo,
perdidos en las profundidades abisales del cielo.
También desde mi almohada amago de barcos,
Nao que no debería oír pero oigo,
zarpando a otras costas, a otros cielos.
Barcos, curioso ruido aquí, el grao tan lejos,
lejos las sirenas, lejos el atribulado marinero perdido,
tan lejos de las estrellas, tan lejos de todo lo que soy:
yo pertenezco a la infinidad de las olas y los astros;
me escoltan en todo momento
puesto que están dentro de mí.