Me consuela la seguridad de la muerte, el ahogo inminente en el turbulento y cansado río que, por una suerte de esperanza, insisto en nadar. La muerte, indolente, insensible, caprichosa e inalcanzable. Única verdad de este perro mundo. (Lo que me asusta es que tal vez, al ahogarme, no te encuentre en el fango cadavérico de las aguas).