El gélido mordisco del aire nocturno me hace recordar tu cuerpo siempre frío, las manos álgidas palmo a palmo por mi cuerpo también helado y yo como lagartija siempre buscando el sol y el calor en vos, cuando sabía que también sos un animal de sangre fría; hasta en tus ojos, que son tan vivos y sin embargo siempre dan frío, tristeza, melancolía: sentimientos helados, vos comprendes. Y eso que nos queremos, mira, porque muchas veces nos queremos; aunque no sea siempre, pero con todo eso siempre hay frío entre vos y yo. Yo no sé si con ella te pasará igual, me imagino que no, me imagino que eso pasa entre nosotros porque vos me metiste el frío dentro y también yo lo tenía guardado, y entonces nunca pude recuperar la tibieza de nadie más, mira como fuiste de malo para mí. Tienes las manos frías, te decía siempre cuando me tocabas. La primera vez que nos besamos me hacías cariño en la espalda con tus manos frías en pleno invierno, date cuenta como estábamos destinados a esto, como no supe verlo, el frío eterno junto a vos. Incluso cuando hacíamos el amor, sabes?, aunque sudáramos y nos moviésemos siempre había frío, yo siempre temblaba desde que llegabas hasta que te ibas y luego no recuperaba el calor en todo el día. Cuando te veo caminando a una cuadra de mí sé que sos vos porque lo siento, aunque no me creas te lo digo, siento en mi espalda un escalofrío.
Te preguntarás qué hago a las 4 y media en la madrugada divagando sobre vos y sobre el frío, o quizá ni siquiera te lo preguntes porque no te importan esas cosas, no te importan los por qué sino el hecho mismo, tan centrado vos para tus cosas, tan impaciente. En verdad te escribo así porque el frío me toca los muslos y en el frío estás vos, en la lluvia, en el viento. ¿Te acuerdas un día que salimos cuando llovía? No te acuerdas porque nunca recuerdas nada, pero yo no podía parar de reír sentada en esa plaza con el pelo mojado, tu cara goteando de incredulidad, me reí hasta que vos te fuiste, no pude decirte nada más, tan feliz estaba porque entonces yo te amaba.
Estoy divagando, vos lo sabes, pero comprenderás lo que te digo, siempre sabes lo que quiero decir y también lo que no te digo. Vos sos el fuego que consume pero al mismo tiempo el hielo que quema, sabes? Te escribiría esto a vos, directamente a vos si no fuera porque después tienes problemas con la señorita y ahí ya no es tan fácil hablar con vos ni divertido así que lo dejamos en anónimo por mientras. Lo único que me queda por decir es que para mí comenzó el invierno desde que te conocí; la tibieza es cosa de otros tiempos.